domingo, 15 de julio de 2012

Pablo Neruda


QUIERO que sepas
 una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
 si miro
 la luna de cristal, la rama roja
 del lento otoño en mi ventana,
 si toco
 junto al fuego
 la impalpable ceniza
 o el arrugado cuerpo de la leña,
 todo me lleva a ti,
 como si todo lo que existe,
 aromas, luz, metales,
 fueran pequeños barcos que navegan
 hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
 si poco a poco dejas de quererme
 dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
 me olvidas
 no me busques,
 que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
 el viento de banderas
 que pasa por mi vida
 y te decides
 a dejarme a la orilla
 del corazón en que tengo raíces,
 piensa
 que en ese día,
 a esa hora
 levantaré los brazos
 y saldrán mis raíces
 a buscar otra tierra.

Pero
 si cada día,
 cada hora
 sientes que a mí estás destinada
 con dulzura implacable.
 Si cada día sube
 una flor a tus labios a buscarme,
 ay amor mío, ay mía,
 en mí todo ese fuego se repite,
 en mí nada se apaga ni se olvida,
 mi amor se nutre de tu amor, amada,
 y mientras vivas estará en tus brazos
 sin salir de los míos.

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