miércoles, 26 de octubre de 2011

El bien y el mal. 
                                                                               
Son dos palabras que tenemos presentes todo el tiempo. A menudo no necesitamos nombrarla, porque la sentimos. Sentirlas esta bien, pero ¿podemos diferenciarlas? ¿Distinguirlas? Esa más que nada es una pregunta muy compleja. Todo el tiempo se nos presentas oportunidades, y quizás pensamos que aprovecharlas será lo mejor; pero hay veces en que no nos tomamos el tiempo necesario pera pensar que es lo correcto, o que debemos hacer. Y ¿Dónde encontramos esa respuesta?                 
Dicen que en el mundo no hay buenas y malas personas, porque todos tenemos luz y oscuridad dentro de nosotros. Pero también tenemos una cualidad muy importante, y más que nada una virtud: El Poder.                  
Nosotros tenemos poder. Y no solo poder para influir sobre alguien, sino sobre nosotros mismos. Elegimos nuestro camino y tomamos nuestras propias decisiones, y eso es lo que somos en realidad; lo que nos destaca del resto, lo que nos hace únicos. El hombre decide sobre su vida, pero a menudo ignora todo lo que lo rodea, y se pierde; se confunde creyendo que lo más importante es estar alerta a hacer lo correcto. Pero es mucho más que eso. No podemos regirnos por normas, y solamente obedecerlas por miedo a equivocarnos. Y es tan grande el miedo al fracaso, a no hacer lo correcto, que nos obsesionamos con no fallar. Procuramos jamás caer. Pero la verdad es que no llega el que nunca cae, sino el que siempre se levanta.
                                              Ayelen

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